jueves, 2 de junio de 2011

ENFERMEDADES DE LA SANGRE: LA ANEMIA (I)

La anemia, uno de los trastornos sanguíneos más frecuentes, ocurre cuando la concentración de glóbulos rojos o hematíes es demasiado baja. Esto puede generar problemas de salud porque los glóbulos rojos contienen hemoglobina, que transporta oxígeno a los tejidos corporales. La anemia puede ocasionar diversas complicaciones, incluyendo la fatiga y el agotamiento por el sobreesfuerzo de muchos órganos corporales.
La anemia puede estar provocada por muchos factores, pero los tres principales mecanismos corporales que la producen son:
  1. destrucción excesiva de glóbulos rojos
  2. pérdida de sangre
  3. producción inadecuada de glóbulos rojos
Entre muchas otras causas, la anemia puede ser el resultado de trastornos hereditarios, problemas nutricionales (como la deficiencia de hierro o de vitaminas), infecciones, algunos tipos de cáncer o la exposición a fármacos o toxinas.

Anemia provocada por destrucción de glóbulos rojos

La anemia hemolítica ocurre cuando los glóbulos rojos se destruyen prematuramente (la vida media normal de los hematíes es de 120 días pero en la anemia hemolítica es mucho menor). La medula ósea (el tejido blando y esponjoso del interior de los huesos que fabrica nuevas células sanguíneas) sencillamente no puede compensar la demanda de nuevas células por parte del organismo. Esto puede ocurrir por diversos motivos. A veces, las infecciones o ciertos medicamentos -como los antibióticos o los anticonvulsivos- son los culpables.
En la anemia hemolítica autoinmunitaria, el sistema inmunológico confunde a los glóbulos rojos con células invasoras y empieza a destruirlos. Otros niños heredan alteraciones en los hematíes que evolucionan hacia una anemia. Las tipos más frecuentes de anemia hemolítica heredada incluyen la anemia falciforme, la talasemia, la deficiencia de glucosa 6 fosfato deshidrogenasa (G6PD) y la esferocitosis hereditaria.
  • La anemia falciforme o perniciosa es un tipo grave de anemia que ocurre con mayor frecuencia en personas de origen africano, aunque puede afectar a personas de ascendencia caucásica o procedente de Arabia Saudita, la India o el área mediterránea. En esta afección la hemoglobina forma largas varas al repartir el oxígeno y los glóbulos rojos se deforman hasta adquirir forma de hoz. Esto conlleva una destrucción prematura de los glóbulos rojos, una concentración crónicamente baja de hemoglobina y episodios recurrentes de dolor, así como problemas que pueden afectar prácticamente a cualquier órgano del cuerpo. Aproximadamente uno de cada 625 niños americanos de origen africano nace con este tipo de anemia.
  • La talasemia, que afecta prioritariamente a personas de origen mediterráneo, africano o del sudeste asiático, se caracteriza por unos glóbulos rojos anómalos y de escasa vida media. La talasemia mayor, también conocida como anemia de Cooley, es un tipo grave de anemia en que los hematíes se destruyen rápidamente y el hierro se deposita en la piel y en los órganos vitales. La talasemia menor se asocia solo a una leve anemia y a mínimos cambios en los hematíes.
  • La deficiencia de glucosa 6 fosfato deshidrogenasa (G6PD) afecta mayoritariamente a hombres de ascendencia africana, aunque también se ha diagnosticado en muchos otros grupos raciales. En este trastorno, los glóbulos rojos o bien no producen suficiente cantidad de la enzima G6PD o la enzima que producen es anómala y no funciona adecuadamente. Cuando una persona que nace con esta deficiencia tiene una infección, toma ciertos medicamentos o se expone a sustancias específicas, sus hematíes experimentan un estrés adicional o sobreesfuerzo. Sin una cantidad adecuada de G6PD para protegerlos, muchos de esos glóbulos rojos se destruyen de forma prematura.
  • La esferocitosis hereditaria es un trastorno de origen genético que afecta a la membrana de los glóbulos rojos y puede cursar con anemia, ictericia (piel de tonalidad amarillenta) y agrandamiento del bazo. Los glóbulos rojos tienen una superficie menor que los glóbulos rojos normales, lo que hace que se abran y rompan con mayor facilidad. Los antecedentes familiares incrementan el riesgo de padecer este trastorno, que es más frecuente en personas originarias del norte de Europa, aunque se puede dar en cualquier raza.

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